TRÁGICO TRUEQUE.
“El pesimista es un optimista bien informado”.
Por: Alberto Bejarano Avila

¿Qué está recibiendo Ibagué? Recibe de otras regiones oleadas consecutivas de personas desplazados por el conflicto a quienes debemos solidaridad. “Recibe” sumas importantes de inversión externa que no llega para ser redistribuida sino para extraer cuantiosas ganancias. Recibe a empresarios ejecutivos que substituyen empresarios y ejecutivos locales. Recibe insaciable codicia minera transnacional que amenaza con destrozar nuestro hábitat y nuestra cultura de convivencia. Recibe gran volumen de manufacturas para arruinan a quién acá las producen. Recibe contratistas foráneos que se lucran de la escasa capacidad de inversión pública. Recibe incesante carga mediática de cosmovisiones artificiales y falaces que confunden las perspectivas de nuestros propios horizontes y, tal vez, recibe ayudas buenas pero marginales. ¿Qué cosa determinante recibe Ibagué con largueza y para coadyuvar a su desarrollo social?
¿Qué está entregando Ibagué? Entrega miles de emigrantes que no encontraron aquí oportunidad. Entrega promociones completas de graduados universitarios cuyos saberes acá no tienen utilidad (una voz autorizado de un reconocido colegio decía que el 95% de sus egresados no están en Ibagué) Entrega a centenas de emprendedores raizales cuyos empresas inexorablemente pierden competitividad y deben cerrarse. Entrega una exagerada tasa de desempleo y subempleo que frustra posibilidades de ingresos a miles de hogares. Entrega al inversor externo privilegios que no concede al propio. Entrega, día a día, inmensas utilidades a empresas foráneas, utilidades que se van y jamás permitirán realizar el elemental principio económico de formación y acumulación de capital endógeno que pudiera procurarnos capacidad de inversión para generar empleo. Entrega materias primas sin valor agregado que a veces vuelven convertidas en productos de alto valor agregado que en nada nos beneficia. Entregará (?) sin medir el impacto ambiental y social, enormes volúmenes de recursos mineros a las grandes corporaciones transnacionales para que acrecienten sus enormes riquezas y, de paso, para que se anuden nuestra condición de enclave o colonia
¿Cuál es y será el balance final? Algún acucioso nos podría tildar de terroristas conceptuales siendo que los aterrorizados somos nosotros porque resulta imposible imaginar un futuro competitivo o al menos decoroso para Ibagué y el Tolima. Qué futuro promisorio puede tener un territorio que ofrenda con ingenuidad e insensatez su talento, su conocimiento y sus recursos; cuándo produce ganancias sin retorno para los capitalistas del mundo y se niega la obligación primaria de formar y acumular capital endógeno o propio; cuándo admite el “canje” del trabajador del terruño por el trabajador de otras latitudes; cuándo mercantiliza sus recursos naturales y materias primas sin ningún valor añadido; cuándo permuta espíritu empresarial y empresarios curtidos nuestros por patronos avezados e insensibles de otras procedencias; cuándo desplaza a los suyos negándoles oportunidades; cuándo privilegia al foráneo y excluye al coterráneo; cuando zahiere el pensamiento endógeno o propio y aplaude ideas contrarias a nuestros intereses.
En verdad, no puede entenderse cómo alguien pueda hablar desenfadadamente del desarrollo ibaguereño y tolimense sin considerar responsablemente el vertiginoso deterioro que se viene ocasionando a las variables sociales, políticas y económicas que hacen dable el auténtico desarrollo social y, además, sin reconocer valerosamente que hace décadas perdimos todo peso político específico en el contexto nacional.
Antipático tal vez, pero debe decirse: en tiempos globalizados el futuro regional se negocia y se “pelea” con ideas regionalistas, pero nosotros hipotecamos y negamos ese futuro posible cuando adoptamos como propias falsas visiones del desarrollo y cuando admitimos como normal la tenaz politiquería.