10 de abril de 2012

LA IBAGUEREÑIZACIÓN DE NUESTROS ESFUERZOS
Por: ALBERTO BEJARANO ÁVILA
Los graves problemas de Ibagué, hasta hoy, han sido atendidos con remedios simples, con “pañitos de agua tibia” y claro, así todo padecimiento tiene que empeorar. Soluciones complejas las hay, claro que sí, pero precisarlas, adaptarlas, concertarlas y usarlas no es asunto fácil, pues se requiere (¿decirlo causará disgustos?) de un serio modelo de desarrollo, de líderes, de consensos, de ética, de sentido histórico, de pensamiento complejo, de visión del largo plazo y mucha osadía.  

¿Por qué no empezar con algo relativamente sencillo? Propongo un pacto: Ibaguereñizar nuestros esfuerzos con el fin de generar empleo, ganar confianza, edificar solidaridad, animar el espíritu de convivencia, forjar identidad, alcanzar credibilidad, recobrar la fe y creer en lo nuestro.

Me explico: Los individuos, las instituciones públicas, las empresas, las organizaciones de la sociedad civil, los colectivos específicos, las asociaciones, las ONG, todos, en grande o en pequeña dimensión, compramos, contratamos, investigamos, asesoramos, diseñamos, creamos, hacemos arte, producimos, agregamos valor, ahorramos, imaginamos, argüimos, refutamos. Cuantitativa o cualitativamente todos hacemos ingentes esfuerzos para alcanzar logros y metas personales, pero, y he ahí la falla, poco o nada pensamos en el interés colectivo y por ese tozudo individualismo, los esfuerzos que hacemos en el día a día están huérfanos de una carga ético-social que nos permita prosperar como sociedad y así, aunque algunos excepcionalmente alcancen relativa prosperidad, las grandes mayorías se alejan cada vez más de la posibilidad del buen vivir y nuestra necesitada sociedad se convierte en proveedora de riquezas para sociedades extrañas, lejanas y ya ricas.   

Vistas así las cosas y creyendo que por algo se debe empezar, resulta forzosa la sugerencia de un pacto para que ibaguereñicemos nuestros esfuerzos. Es cuestión sencilla, se trataría de que todos convengamos, en documento abierto, la exigencia de que privilegiemos lo local en todos los esfuerzos que hacemos (se resumen en párrafo anterior) haciendo que todo circuito económico, mientras podamos, se cierre entre ibaguereños para potenciar el espíritu emprendedor, agrandar nuestras empresas y, por efecto, fortalecer la economía municipal, mejorar la calidad productiva, enaltecer la cohesión social y acumular capital. Las líneas metodológicas para operativizar el pacto serían diseñadas por los gremios, el Municipio, el Sena y la sociedad civil organizada.

Esta no es propuesta de fondo o estructural, lo sé. Ibagué requiere de un gran proyecto político y de un proyecto de desarrollo local, pero mientras esto sucede, como “globitos al aire” que seguro se disiparán, seguiremos lanzando decenas de iniciativas menores, pues desconsuela que los dirigentes no generen ideas, no discutan y no convengan los grandes temas del desarrollo y además, que alcahueteemos el desatino de que los denominados planes de desarrollo, que no lo son, vayan por un lado y los intereses de la denominada política, que tampoco lo es, vaya por otra. “Estamos llevados”: Ni hay planes de desarrollo de verdad ni tenemos política de verdad y lo poco que hay no converge hacia lo comunitario porque lo impide el egoísmo. ¿Es acaso esto mentira?